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Cuernos con crema.
Autor: Lobo Malo
Categoría: Infidelidad
El presente testimonio es el relato de un partícipe en la revancha de una mujer vejada por la traición de su marido.
Laura es una compañera de oficina, compartimos charla y café varias veces a la semana, casada desde un par de años, buena figura, simpatía natural y muy alegre. Pero esa mañana negra infusión de por medio le notaba ausente, como si fuera otra persona, para no parecer indiferente pregunté:
– Te sucede algo esta mañana?
Puse el dedo sobre la llaga, me miró, evidente que sí, contestó bajando la mirada.
- Me cornearon. – Dijo cruzándose sobre el escritorio, sobre mi oído.
Mis manos tomaron dos palomas inquietas, queriendo volarse, quedé sintiendo su agitación, miedo: su bronca reprimida. Con sus manos entre las mías, nos miramos más allá de los ojos, en lo profundo donde las palabras dejan de tener sentido y los ojos se comunican.
- Tomás un café conmigo, a la salida! –mencioné autoritario.
- Sí, lo que digas. – asintió, sumisa, entregada.
Nos encontramos a la vuelta de la oficina, caminamos un par de cuadras sin rumbo, nos tomamos de la mano. Paré un taxi, subimos.
- Hasta parque Centenario! –indicó al conductor, y a mí que esperara.
Bajamos, caminamos separados, el hall desierto, subimos al sexto, entré a su departamento: entré a su vida.
- Estamos solos, serví algo, ya vuelvo.
Preparé dos copas, esperé. Se apareció en la puerta, la sorpresa no me cabía en los ojos, “vestida” de Chantillí. Solo tres porciones de crema la “vestían”, dos porciones cubrían los pezones y otra más sobre el pubis, cubriendo el sexo.
- Te gusta la crema?
- Cómo?, lo que más me gusta!
Liberado del saco y la camisa, tomado a su talle comencé por los pechos y pronto sentí los pezones entre los dientes y la lengua en su mejor lamida. La lengua sobre las “frutillitas” produjeron el efecto de shock que la puso en órbita. Ahora piel a piel, la última porción de crema desaparecía en rápidos lengüetazos dejando nuestros labios en íntimo contacto, lamiendo entre ellos produjó un “sismo” que la estremeció de tal modo que si no la abrazo cae derribada por el efecto.
Alzada en mis brazos hasta la cama, para seguir la lamida. Sacudida, vibrando como hoja en la tormenta de mis labios, breve calma prologó a la tormenta descomunal de un orgasmo explosivo y ruidoso, quedó exhausta y desarticulada por tanta energía puesta en la entrega.
Tardó en volver del paraíso, abrió los ojos y se miró en los míos que la recibían. Recién en ese momento, más calma tomaba contacto con esta realidad, se dejó llevar por una necesidad que estaba más allá de algo meramente físico, se sentía reconfortada, plena y satisfecha en su sexualidad.
Un tiempo, para sentirnos, conocernos piel a piel, besarnos, lamernos, tomarnos del otro: su sabor, su esencia.
Como una hora amándonos, mimos y caricias me pusieron al mango, Laura se volcó ansiosa sobre el trozo de carne, comiéndola con la boca y después con “la otra boca”. Se golpeaba en el fondo del útero por la monta incontrolada, pero tan gratificante, quería que la destrozara.
Al galope llegó a otro orgasmo, ruidoso, descontrolado, gozando como nunca. Desmontó, de espaldas esperando el ataque final, que ahora tuviéramos uno juntos. Desordenado, recaliente, tantas ganas de acabar.
- Mamita, no tengo preservativos, dónde acabo?
- Adentro, no hay problema.
Tomamos ritmo, nos dimos como en la guerra, vamos acomodando los tiempos, acercando el momento y llegado el momento terminamos casi juntos, gimió todo el tiempo que duró mi abundante acabada en su caliente cueva. Quedamos abrazados, conteniéndome en ella.
De espaldas, permanecimos buen rato hasta retomar una cogida brutal, se limpió mi acabada y nos dimos con todo, nuevamente acabé en la cajeta.
El día siguiente fue un símil de este, y el tercero si no fuera que como premio me brindó el culito, tan estrecho, para que se lo hiciera a modo de despedida de las mieles del comienzo de los cuernitos que le regalamos al marido.
Durante un tiempo lo estuvimos «guampeando» al tipo que la vejó en su fidelidad, con su hermana, en este último mes nos dimos más y mejor.
Siempre terminé dentro de ella, más de una vez se fue con el semen dentro de la conchita, sin limpiársela como cuando le daba en el auto. En el último mes lo hacíamos casi a diario, estaba insaciable con el sexo. La semana pasada, en el telo nos mandamos dos polvos geniales, hasta con crema, como la primera vez.
En el relax, después de hacerle el culo y besarme con una ternura distinta, que excedía la intimidad de una relación sexual, confió que estaba embarazada.
- De quién?
Un beso, una sonrisa, otro beso, por toda respuesta.
- Te quiero!
En ese “te quiero” estaba la respuesta ímplicita a muchas cosas. No eran necesarias más preguntas, ni más respuestas, aprendimos a conocernos en este tiempo.
Volvimos a tomar café, muchas veces, como compañeros de trabajo, nunca más relación de amantes, pero sí amigos. Tomó mi mano, la llevó al vientre, la posó sobre él para que sintiera latir la vida contenida, me miró a los ojos y me beso.
Sin palabras, para qué, sus labios sabían a crema Chantillí, como la primera vez.
Lobo Malo te espera en: latinoinfiel@yahoo.com.ar escríbeme.
Lobo Malo